Ignoramos que los secretos terminan por asaltarnos cuando ya ni los recordamos, cuando la desmemoria nos cree a salvo de sus asechanzas;pero entonces, su mordedura nos sorprende y nos paraliza.
Y es que al final nada tiene sentido. Las cosas suceden y somos incapaces de hallar el porqué. Todo es obra del destino; y yo estoy empezando a odiarlo...